Hace un tiempo os hablábamos de la artrosis en los gatos y ahora es el turno de los perros, quienes, de hecho, son más propensos a sufrirla que los felinos. Además, al igual que ocurre con las personas, el otoño es la época en la que más lo notan.

Para poder entender la artrosis, necesitamos primero saber cómo son las articulaciones de los perros. Éstas son las uniones móviles entre los huesos de su cuerpo y están compuestas, entre otros, por el cartílago articular, que es el que recubre el extremo de los huesos, facilitando así el movimiento suave entre ellos y ayudando a amortiguar los impactos generados al moverse.

Con el paso de los años, el cartílago articular va envejeciendo, con lo que conlleva una pérdida de flexibilidad y grosor, y llega entonces la artrosis. Ésta provoca dolores cuya intensidad y duración van variando a lo largo del tiempo.

Ciertos signos podrán ayudarte a saber si tu perro sufre artrosis, como por ejemplo si camina  rígido, si no quiere subir o bajar escaleras, si no tiene tantas ganas de jugar… Si notas alguno de estos signos en tu perro, no dudes en llevarlo al veterinario. Allí podrán realizarle un examen en profundidad para poder darle el tratamiento más adecuado.

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Aunque la artrosis es una enfermedad crónica y sin cura definitiva, sí que existen tratamientos que ayudarán a reducir el dolor articular y mejorar así la calidad de vida de tu perro. Además, tus cuidados son muy importantes y pueden llegar a aliviar los síntomas que sufra tu mascota:

–          Proporciónale calor en las zonas afectadas. Las bolsas de agua caliente o las mantitas eléctricas serán una buena opción. Recuerda que la humedad y el frío afectan de manera muy negativa a la artrosis.

–          Para evitar el contacto con el frío suelo del otoño y el invierno, no olvides asegurarte de que tu perro duerme sobre una manta o cojín que le aísle.

–          Masajéale las partes más afectadas por la artrosis.

–          Trata de evitar que haga ejercicio físico de impacto como saltos, es mejor si da ligeros paseos.

–          Las sesiones de fisioterapia con un especialista pueden ser también de gran ayuda.

–          Si quieres utilizar suplementos nutricionales o utilizar productos protectores, no olvides pedirle antes consejo a tu veterinario.